

Desde que su debut de 2016 lo convirtiera en una estrella, Kane Brown ha destacado por la flexibilidad de una visión del country en la que también caben elementos de R&B, hip-hop y pop. A sus 31 años, el cantante de Chattanooga, Tennessee, habla de su cuarto álbum como el primero que pudo abordar de forma realmente meticulosa. “Me sumergí a fondo en el proyecto”, explica a Apple Music. “Estoy muy ilusionado con el disco porque pude tomarme mi tiempo. Tuve la oportunidad de reescribir algunas letras y tengo la sensación de que todo está en el lugar que le corresponde”. En The High Road, que sucede algo más de dos años después a Different Man, Brown se mantiene firme en su convicción de que el country no implica necesariamente fidelidad estricta a las ataduras tradicionales del género. “I’m like a burnt CD from ’03 in a Mustang/You never knew what was coming” (Soy como un CD grabado en 2003 que suena en un Mustang/Nunca sabías lo que venía a continuación) es su presentación en “Fiddle in the Band”, una explosión de bluegrass que se hunde en las raíces del country y al mismo tiempo desafía sus convenciones. En los nueve años transcurridos desde su debut, las antes estrictas fronteras del género se han relajado considerablemente y Brown se muestra más vulnerable que nunca, ya sea en los temores que recorren la panorámica “I Am” o las preguntas de su hija en la tierna balada “Backseat Driver”. “Haunted”, un dueto en el que encuentra puntos en común con Jelly Roll, nos descubre a un Brown capaz de confesar que el éxito no es suficiente para acallar sus demonios. La canción surgió durante un retiro de compositores en un hotel londinense que parecía estar embrujado y conecta su atmósfera desolada con el estado mental del cantante. “¿Y si escribimos una canción que se llame ‘Haunted’ (Embrujado)?”, recuerda haber pensado antes de llevar la idea más allá. “Después se me ocurrió que podíamos hablar de nuestra depresión. Siempre intento llegar a lugares oscuros con la gente con la que escribo y a veces se preguntan si no habremos ido demasiado lejos, pero a mí no me lo parece”. Por suerte, la única regla en el mundo de Brown es que las reglas no existen.