

El humeante cóctel de jazz y soul a fuego lento con el que Sade ha puesto música a las ensoñaciones románticas de varias generaciones es uno de los sonidos más influyentes de las últimas cuatro décadas. Su huella en el hip-hop contemporáneo es evidente en artistas como Drake y Khalid, y el seductor R&B híbrido de Frank Ocean y sus discípulos sería muy distinto sin la inspiración decisiva de los británicos.